#Cannes2025 'The Great Arch': La integridad se enfrenta a la burocracia capitalista

25.05.2025

¿Por qué a la pantalla grande parecen fascinarle tanto los arquitectos? Entre Megalópolis y The Brutalist, arquitectos obsesivos protagonizaron dos de las películas más ambiciosas estrenadas el año pasado. Ahora en Cannes se suma una incorporación más modesta, pero impulsada por los mismos egocentrismos, obstáculos técnicos, luchas burocráticas y disputas económicas.

'L'Inconnu de la Grande Arche' de Stéphane Demoustier, parte de una fascinante historia real: la de Johan Otto von Spreckelsen, un desconocido quién en 1982 ganó un concurso para crear una estructura nueva y moderna en el distrito de La Défense en París, trabajo que terminaría arruinando su vida.

Claes Bang interpreta de forma magistral a Spreckelsen, particularmente en la forma en que abarca todo lo que este hombre representa: Su único anhelo era ver su visión realizada en sus propios términos, y la película, sabiamente, no presenta al arquitecto como un megalómano vulgar y autoritario, sino como alguien en una situación precaria, obligado a trabajar con instituciones que no encajan con su ambición ni con su visión de mundo.

Sin embargo, es más que una actuación central ejemplar lo que eleva esta cinta. Donde encontramos con dos papeles secundarios estelares: Xavier Dolan como Jean-Louis Sublion, capaz de iluminar una escena y añadiendo un sútil (y necesario) toque de comedia, y Swann Arlaud como Paul Andreu, otro arquitecto que se involucra activamente con Spreckelsen. Andreu es uno de los perdedores del concurso para diseñar la nueva estructura, por lo que se propone colaborar con nuestro ganador para que su complejo proyecto sea un éxito, o, por lo menos, realizable. 

A simple vista, puede parecer una historia ya contada, un arquitecto que se enfrenta al poder de la burocracia y el dinero. Sin embargo, en la práctica, resulta totalmente eficaz, tomando un concepto simple y permitiéndole florecer en un estudio de personajes asombrosamente complejo y atractivo.

Quizás el principal error de la película es que si bien pasamos mucho tiempo con el arquitecto en su obra y discutiendo sus detalles, no vemos mucho de la vida personal de von Spreckelsen más allá de la relación con su esposa y socia, Liv (Sidse Babett Knudsen), un personaje que, se informa al inicio de la película, no existió realmente, lo que pone aún más en duda si su propósito narrativo servía para algo más que para añadir dramatismo al momento en el que se termina el vínculo, en una escena que, además, se siente apresurada.

La película podría beneficiarse de un tiempo de ejecución más largo, ya que con sus 105 minutos, falla en conseguir lograr la emoción adecuada en su trágico final.  Pese a esto y a ser, en última instancia, una película con un final que, intencionadamente, no ofrece mucha resolución, 'The Great Arch' sigue siendo una oda intensamente apasionada al arte y a las personas que dedican sus vidas a la búsqueda de hacer la vida un poco más bella y, por qué no, justa. Luchando entre mantener la cordura o tener la satisfacción de poder realizar sus visiones de la forma deseada.