Crítica| Together: la intimidad como prisión corporal

14.08.2025

Por Nathalia Olivares 

Michael Shanks debuta en el largometraje con Together, un relato que parte como un drama romántico y deriva hacia el horror corporal, explorando la codependencia emocional desde lo físico. La premisa es sencilla y a la vez perturbadora: una pareja que no puede separarse porque literalmente sus cuerpos comienzan a unirse. Esta metáfora radical convierte un conflicto íntimo en un dispositivo de terror que obliga a cuestionar dónde termina el amor y dónde comienza la asfixia.

La película encuentra su fuerza en el contraste entre lo cotidiano y lo grotesco. Shanks nunca pierde de vista que su historia habla de dinámicas de pareja, incluso cuando la trama se desborda hacia lo fantástico. Alison Brie y Dave Franco construyen personajes reconocibles, frágiles y contradictorios, que sostienen el relato incluso en sus momentos más delirantes. De este modo, Together funciona no solo como un ejercicio de horror, sino también como una radiografía de los vínculos amorosos en crisis.

Análisis visual: cuerpos como territorios de tensión

La puesta en escena está pensada para convertir lo íntimo en inquietante. La cámara se acerca con insistencia a los cuerpos, capturando el roce, el contacto y la progresiva fusión con una textura casi táctil. La luz natural en los primeros actos, que transmite cierta calma rural, se va tornando más opresiva a medida que avanza el relato. El espectador es testigo de cómo los espacios abiertos se transforman en jaulas y cómo el cuerpo deviene escenario del terror.

Este enfoque visual no busca únicamente impactar; crea un lenguaje simbólico. La unión física entre los protagonistas es mostrada con encuadres cerrados que sugieren ahogo, mientras los silencios se prolongan para intensificar la sensación de inevitable proximidad. La estética recuerda por momentos a la crudeza del cine de Cronenberg, aunque filtrada por una sensibilidad contemporánea más inclinada al melodrama.

Análisis fílmico: entre el melodrama y el horror corporal

Narrativamente, Together se ubica en un terreno híbrido. Shanks construye la trama como una comedia romántica que poco a poco se desintegra en horror. El ritmo está marcado por esta dualidad: momentos de humor ligero conviven con secuencias de tensión física extrema. Es en ese vaivén donde la película encuentra su singularidad, aunque también sus tropiezos, pues a veces el drama íntimo desplaza la potencia del terror.

Lo más valioso, sin embargo, es cómo la película asume el riesgo de contar una historia de amor a través de lo repulsivo. El horror corporal se convierte en metáfora de la codependencia y la imposibilidad de separarse, transformando un conflicto universal en un espectáculo incómodo y fascinante. Together puede ser irregular, pero logra abrir una conversación sobre el amor, el espacio personal y la monstruosidad de los vínculos cuando estos se vuelven prisión.