Gepe en el Club Chocolate: navegando en la magia sonora

La noche del 3 de mayo en el Club Chocolate se convirtió en un verdadero ritual sonoro de identidad y emoción, cuando Gepe subió al escenario y desplegó todo el poder de su imaginario musical frente a un público entregado desde el primer acorde. En un espacio íntimo que vibró con cada nota, el cantautor chileno ofreció un show que fue mucho más que un concierto: fue una celebración de su arte, de su historia y de su inagotable capacidad para conectar con el alma colectiva.
Desde los primeros compases, Gepe nos sumergió en un viaje musical que transitó con naturalidad entre la electrónica más minimalista y los ritmos folclóricos más profundos, dejando claro que su propuesta no conoce fronteras. Canciones como "Playaplaya", "Araña pollito", "Bolero Libra" y "VIVO" no solo fueron coreadas con fuerza, sino también sentidas como verdaderos himnos. El artista también incorporó a su setlist algunos clásicos como “Por la Ventana” , “Fruta y té” , “TKM”, entre otras canciones, que han marcado a toda una generación.
Acompañado por una banda sólida y versátil, que supo dar vida a cada arreglo con precisión y calidez, el sonido se volvió cuerpo, danza y memoria. La inclusión de instrumentos tradicionales como el charango o la quena no fue un simple guiño a las raíces, sino una integración poderosa que dio cuerpo a una estética única, en la que lo ancestral y lo contemporáneo conviven con naturalidad y fuerza.
El Club Chocolate, con su atmósfera cercana y envolvente, fue el escenario perfecto para esta experiencia. Cada rincón del lugar se llenó de energía, de voces que cantaban al unísono, de cuerpos que se movían con libertad y de miradas que compartían una misma emoción. Fue una noche donde la música dejó de ser solo sonido para convertirse en comunidad, en pertenencia.
Gepe demostró una vez más por qué es uno de los artistas más relevantes y visionarios de la música chilena actual. Con sensibilidad, carisma y una entrega total, ofreció un espectáculo que quedará en la memoria de quienes tuvieron la suerte de estar allí. Una noche luminosa, íntima y vibrante que reafirma su lugar como un verdadero poeta sonoro de nuestros tiempos.