REVIEW | St. Vincent en Santiago: La verdadera domadora de escenarios

Algunas artistas pisan el escenario. Otras lo poseen. Anoche, Annie Clark —mejor conocida como St. Vincent— demostró por qué pertenece a esta última categoría. Su regreso a Chile, en el marco del tour de su más reciente álbum All Born Screaming, fue mucho más que un concierto: fue un ritual emocional, sonoro y escénico, donde el caos se convirtió en arte y la vulnerabilidad, en poder.
Desde su primera aparición en el escenario, Clark dejó en claro que es una artista que no solo interpreta canciones; las encarna. "Reckless" abrió la velada con una energía cruda que dio paso a una sucesión de momentos sonoros tan intensos como impredecibles.
La intensidad fue en aumento con "Fear the Future"y "Los Ageless", donde su presencia escénica se volvió hipnótica. Entre caminatas felinas, saltos, gritos y silencios perfectamente calculados, St. Vincent construyó un universo sonoro que por momentos rozaba lo celestial y en otros, lo industrial, lo punk, lo visceral.
A lo largo del show, la artista alternó con naturalidad entre sus clásicos más celebrados y el material más reciente del disco que da nombre a la gira. Temas como "Los Ageless", "Pay Your Way in Pain", "Broken Man" y "Sugarboy" demostraron por qué es considerada una de las figuras más innovadoras de la música contemporánea. Cada canción fue acompañada por una puesta en escena cuidada al detalle, con un diseño de luces y vestuario monocromático que acentuaba la estética retrofuturista que define su imaginario visual.
Uno de los momentos más sorpresivos de la noche fue la interpretación de "Tiempos Violentos", tema que comparte con la artista nacional Mon Laferte. Antes de entonarla, Clark dedicó palabras emocionadas al público, recordando que admira profundamente a Mon.
El concierto estuvo lleno de interacciones memorables. Annie Clark se expresó en español con soltura, sin dejar de lado su lengua materna, agradeciendo una y otra vez a sus fans por el cariño constante. Habló sobre el proceso detrás de sus canciones, sobre el dolor, el amor y la búsqueda de algo verdadero, y se mostró cercana, curiosa y completamente entregada. En uno de los momentos más climáticos del show, decidió lanzarse al público, que la recibió y la llevó arrastras por todo el teatro. En el trayecto, perdió sus icónicos botines, que fueron devueltos antes de regresar al escenario entre risas y un palabras de agradecimiento, para luego avanzar con su eufórico show.
La despedida definitiva vino de la mano de "Candy Darling", un encore melancólico que bajó el telón con elegancia y dejó a todos con sus corazones devastados. Annie Clark no solo ofreció un espectáculo; ella ofreció un pedazo de sí misma, y el público chileno lo recibió con brazos —y corazones— abiertos.