Rubio: Un viaje entre sombras y los destellos 

15.06.2024

La actuación de Rubio en Club Blondie será recordada como un hito en la escena musical nacional. Fran Straube una vez más sorprendió con un espectáculo que fusionó ambición sonora y visual, una constante en su carrera marcada por la vanguardia, que siempre logra dejar al público sin aliento.

Y si de vanguardia se trata, el acto de apertura, a cargo de María y Los Templos, brilló en este aspecto. El proyecto liderado por la valdiviana María Sigú capturó a la audiencia con su propuesta que mezcla el avant-garde jazz con una cantautoría inusitada y fascinante. Con temas de *La Prenda* (2023), un álbum que destacamos en el top 10 de discos nacionales del año pasado, María y Los Templos dejaron una impresión duradera, estimulando los sentidos de los asistentes que ya se encontraban en el recinto desde las 20:00 hrs.

El viaje musical de Rubio, desde su debut en 2018 con *Pez*, ha sido uno de los más intrigantes en la música chilena. No es casualidad que cuente con una base de seguidores leales, quienes retribuyeron el cariño a Straube con una acción especial: globos azules, en un gesto simbólico que se sintió casi espontáneo. La estética visual de *Venus & Blue* (2023) estuvo alineada con este momento, y desde la primera canción, "Calla", la atmósfera ya había quedado establecida: una imagen sobrecogedora de luces y sonidos.

El álbum *Venus & Blue* fue recibido con entusiasmo, algo que se notaba a kilómetros. No obstante, los clásicos de Rubio nunca dejan de generar una conexión más profunda, y canciones como *"Seres invisibles"* y *"Compañera"* desbordaron de emociones, con el público cantando cada verso con devoción.

Sin embargo, esta nueva era de Rubio está impregnada de un profundo azul, una sensación absorbente y envolvente que incrementa las cualidades de su art pop/alt-pop. Temas como *"Cuando el sol se vaya a dormir"* y *"Buena muchacha"* brillaron con fuerza, creando un diálogo entre los sonidos de *Mango Negro* (2020), como *"Nudo"* y *"Pájaro azul"*, en los que la elegancia y la experimentación son protagonistas. El espectáculo visual complementó perfectamente esta atmósfera: luces suaves de azul y celeste se mezclaban con el humo, creando sombras que ocultaban las siluetas de los músicos o deslumbraban con intensidad. La combinación de luces y sonidos alcanzó su punto máximo en temas como *"Kintsugi"* y *"Después de ahogarme"*, donde cada destello de luz tenía una clara intención artística.

Mención aparte merece la electrizante versión de *"Lo que no hablas"*, que superó por completo su interpretación anterior en vivo, destacando por la fuerza y el impacto de su ejecución. Esos destellos de luz, verdaderamente hipnóticos.

El uso de luces directas hacia el público no era casual. Aunque representaba un desafío para quienes son fotosensibles, la decisión artística tenía una clara intención: hacer que el público se sumergiera en un paisaje sensorial único. Había dos caminos posibles: cerrar los ojos y dejarse llevar por los paisajes sonoros de *"Coral"* o *"IR"*, o mantenerlos abiertos, luchando por captar todos los estímulos visuales que nos bombardeaban en forma de fotogramas fugaces, que nuestro cerebro intentaba conectar al ritmo de temas como *"Tu olor"* y *"Montaña Rusa"*.

No importaba qué opción eligiera cada asistente. El espectáculo que Rubio ofreció en Blondie estaba diseñado para ser una experiencia sensorial única para cada persona. Cada detalle, cada estímulo había sido cuidadosamente pensado. Todo era reacción química, una experiencia neuronal que nos llevó por completo a las manos de una Fran Straube que nos dejó, una vez más, completamente deslumbrados.