#SANFIC: Cuerpo Celeste

21.08.2025

por Nathalia Olivares


Estrenado mundialmente en la competición narrativa internacional del Festival de Tribeca, el segundo largometraje de Nayra Ilic García, Cuerpo Celeste, es un drama iniciático discreto pero poderoso, ambientado en un pueblo costero chileno en 1990. La película aborda el frágil momento de transición tanto de una joven como de su país, emergiendo de la sombra de la dictadura de Augusto Pinochet, ofreciendo un retrato honesto y contenido de una revolución interior.

La historia gira en torno a Celeste (la debutante Helen Mrugalski), una joven de 15 años que pasa la Nochevieja en la playa con su familia y amigos, un instante que simboliza la esperanza de una nueva era democrática. Este momento idílico se ve truncado por un trágico acontecimiento que sume a su madre en una crisis profunda y obliga a Celeste a enfrentarse a una realidad alterada. Casi un año después, atraída por la expectativa de un eclipse solar, Celeste regresa al mismo pueblo costero solo para descubrir que todo y todos han cambiado.

El punto de inflexión crucial ocurre alrededor del minuto 25, hacia el final del primer acto, cuando se establecen los conflictos principales. La película mantiene un ritmo contenido, reflexivo y calculado, que refuerza la atmósfera introspectiva, aunque puede resultar demasiado lento para quienes busquen dinamismo narrativo.


Análisis visual
La fotografía de Sergio Armstrong se distingue por su paleta de tonos terrosos y marrones cálidos, presentes en la arena, las localizaciones y el vestuario, evocando un sentido tangible del tiempo y el espacio. Los encuadres combinan naturalismo costero con la expresión emocional de los personajes, creando una armonía entre paisaje y psique. El diseño sonoro, potenciado por la música de David Tarantino y el constante romper de las olas, se integra de forma orgánica, aportando textura y presencia al entorno. Cada composición visual refuerza la intimidad y la melancolía de la historia sin recurrir a excesos estéticos.


Análisis fílmico
Nayra Ilic García adopta un registro contenido y observacional, evitando el melodrama y permitiendo que los personajes se expresen a través de gestos y silencios. Las actuaciones, especialmente la de Mrugalski, equilibran vulnerabilidad y fuerza silenciosa, sosteniendo el núcleo emocional de la película con matices sutiles. La dirección trabaja con delicadeza los elementos simbólicos, como el eclipse solar, que subraya los temas de cambio, incertidumbre y renovación. La narrativa, aunque lineal y conservadora, logra transmitir la transición hacia la adultez y la reconstrucción de un país desde la mirada personal de Celeste.

Si bien Cuerpo Celeste mantiene una ejecución técnica impecable y una narrativa sincera, carece de momentos de riesgo narrativo o innovación que podrían haberla convertido en una experiencia más memorable o transformadora. Sin embargo, su manejo del contexto sociopolítico es natural, evitando la sensación de lección histórica y manteniendo la atención en el crecimiento interior de su protagonista.


Cuerpo Celeste brilla por su honestidad y contención, ofreciendo un retrato tierno y reflexivo de la adolescencia en un periodo de cambio nacional. La combinación de dirección sensible, fotografía evocadora y actuaciones contenidas hace que el filme trascienda la simple narración, convirtiéndose en una meditación sobre la transición, la pérdida y la esperanza. Aunque no es una película radicalmente innovadora, su fuerza reside en la autenticidad de su relato y en la forma elegante con la que captura el delicado paso de la juventud a la adultez, en paralelo con la transformación de un país.