#SANFIC: Miss Carbón, Agustina Macri

Por Nathalia Olivares
Como cierre de SANFIC 21, Miss Carbón llega con un fuerte peso simbólico y expectativas sobre su relevancia social. La directora Agustina Macri, junto a las guionistas Erika Halvorsen y Mara Pescio, aborda la historia real de Carla Rodríguez, la primera mujer trans legalmente reconocida en la minería de Río Turbio, Patagonia argentina. La película combina drama y ternura, mostrando cómo la perseverancia individual se enfrenta a la discriminación estructural en entornos laboralmente masculinizados.
Lux Pascal, en su primer papel protagónico en cine, encarna a Carlita con sensibilidad y calma, transmitiendo determinación sin recurrir a la heroicidad exagerada. Su interpretación logra sostener los momentos en los que el guion se dispersa. Carlita avanza entre su pasado como Carlos y su afirmación como mujer trans, enfrentando desafíos cotidianos con dignidad y fuerza silenciosa, convirtiéndose en el corazón de la película.
Análisis visual
La fotografía, a cargo de Luciano Badaracco, utiliza los paisajes patagónicos con planos amplios y atmosféricos que contrarrestan la opresión de las escenas subterráneas en la mina. Esta dicotomía visual entre exterior luminoso y mundo minero oscuro refleja tanto la lucha como la esperanza de Carlita. Además, la saturación cálida en escenas de aceptación y romance ofrece un contraste que subraya la ternura y la resiliencia en la narrativa.
Análisis fílmico
Narrativamente, la película sufre de episodios aislados y arcos dramáticos que no siempre se desarrollan con coherencia. Los conflictos —exclusión laboral, rechazo familiar, tensiones dentro de la comunidad LGBTIQA+— se presentan más como pinceladas que como tramas completas. La edición apresurada salta entre etapas de la vida de Carlita, generando una sensación de fragmentación que impide que todos los elementos dramáticos alcancen su potencial.
Pese a estas limitaciones, Miss Carbón tiene momentos emotivos genuinos. La secuencia en que Carlita recibe apoyo para reincorporarse a la mina, el romance con otro trabajador y la aceptación dentro de la comunidad trans transmiten esperanza y calidez, mostrando que la representación puede ser poderosa incluso cuando la narrativa flaquea.
El guion apuesta por la reivindicación y la visibilidad, pero a veces carece de tensión sostenida y desarrollo emocional profundo. La película funciona mejor cuando se concentra en la historia de Carlita y en sus experiencias cotidianas, evitando dispersarse en subtramas que no refuerzan el núcleo emocional.
Análisis visual
El diseño de producción y la composición de los encuadres resaltan la dualidad entre opresión y libertad. Los espacios cerrados, oscuros y subterráneos contrastan con exteriores abiertos y saturados de luz, reforzando el viaje interno de la protagonista. Los colores y la iluminación se convierten en herramientas narrativas que subrayan tanto la dureza del entorno como los momentos de afecto y comunidad.
Análisis fílmico
En su conjunto, Miss Carbón funciona como un biopic afectivo que visibiliza una historia pocas veces contada. Aunque no alcanza la intensidad dramática de un thriller o la cohesión de un relato clásico, logra conmover por la humanidad de su protagonista y la calidez de los momentos de triunfo y aceptación. La película invita a la reflexión sobre discriminación, identidad y perseverancia sin recurrir a artificios narrativos excesivos.
En definitiva, Miss Carbón brilla por su interpretación central y su voluntad de representar una historia de visibilidad y esperanza. La película es dulce, tierna y conmovedora, y su mayor logro reside en permitir que Carlita —y quienes se ven reflejados en ella— sea escuchada, vista y celebrada.