Thundercat en Chile: un viaje sónico entre la virtuosidad y la emoción

17.08.2025
Por Nathalia Olivares
Por Nathalia Olivares

por Loreto Murga
 

El Coliseo Santiago fue testigo de una de esas noches que se sienten irrepetibles. Thundercat regresó a Chile con un concierto de casi dos horas donde desplegó todo su universo sonoro: bajo demoledor, improvisaciones que rozaban lo espiritual y una complicidad absoluta con Justin Brown en la batería y Dennis Hamm en los teclados. A diferencia de sus presentaciones en festivales, aquí pudo darse el lujo de extender y deformar sus canciones, llevándolas a un terreno más libre, caótico y emocionante.

El setlist fue un recorrido por gran parte de su carrera: abrió con "Candlelight", pasó por clásicos como "A Fan's Mail (Tron Song Suite II)", "Black Qualls", "Dragonball Durag" y "Funny Thing", e hizo vibrar al público con himnos como "Them Changes" y el encore que cerró con "Lotus and the Jondy". También hubo espacio para la sorpresa con un cover de Pedro Martins ("Isn't It Strange") y la presentación de material inédito de su próximo álbum, canciones aún en estado de evolución que dejaron ver hacia dónde apunta su sonido.

Uno de los momentos más emotivos de la velada llegó cuando Thundercat se tomó una pausa para recordar a su amigo y ex colaborador Mac Miller, interpretando un fragmento de "What's the Use?". El público respondió con entusiasmo y luego con una ovación que dejó claro que ese recuerdo también era compartido. Fue un instante íntimo que equilibró la energía frenética del concierto con una dosis de nostalgia y gratitud.

Entre canción y canción, Thundercat se mostró cercano, eufórico y divertido. Destaco la enregia del publico comentando que —"en Chile son realmente rockeros"— para luego dr comentarios comicos generando una complicidad con el público. Cada pausa era una oportunidad para contar una anécdota o improvisar un gesto, reforzando el vínculo con quienes llenaron el Coliseo. Esa cercanía convirtió al concierto en algo más que un despliegue musical: fue también un encuentro humano, directo y vibrante.

La velada en Santiago confirmó por qué nombres como Kendrick Lamar, Kamasi Washington, Gorillaz o Flying Lotus han encontrado en Thundercat un aliado imprescindible. Su naturalidad, virtuosismo y capacidad para transformar el escenario en un laboratorio vivo lo sitúan como uno de los artistas más desafiantes y fascinantes de la música contemporánea. En Chile, su propuesta encontró un eco perfecto: un público dispuesto a dejarse arrastrar por la ola, perderse en ella y salir renovado.